¿Sabías que el AUTOCONOCIMIENTO O AUTOEXPLORACIÓN es la clave para lograr mirar al dolor, reconocerlo, comprenderlo y llegar a la sanación?
Así como lo lees, y una herramienta muy útil y recomendada desde 1960 por el psicólogo Ira Progoff, discípulo de Carl Jung, es propiamente la escritura terapéutica (te invito a leer el blog anterior para que conozcas aún más sobre sus beneficios) con la que denomina su “Método Intensivo Diario” como una forma de expresión a través de la escritura regular en un diario.
Desde entonces la escritura ha sido utilizada por muchos psicólogos en las terapias con sus pacientes. Pero no fue hasta años más tarde que se intentó probar su eficacia a través del método científico para ver los beneficios de la escritura en la salud.
Existen numerosos estudios, pero a continuación cito un par de ellos que muestran el poder de la escritura terapéutica.
Pennebaker, profesor y jefe del departamento de psicología de la Universidad de Texas, fue uno de los pioneros en este tipo de investigaciones, en 1983 junto a su asociada Sandra Beall, ambos analizaron la relación entre la escritura y salud psíquica y física.
En su experimento, tomaron voluntarios entre sus alumnos y los separaron en dos grupos. Al primer grupo se le pidió que escribiera sobre un tema trivial que les gustara. El segundo grupo, sin embargo, debería escribir sobre experiencias traumáticas de su vida. Este segundo grupo fue a su vez dividido en tres subgrupos.
El primero de estos subgrupos debía escribir sólo sobre las emociones causadas por sus experiencias traumáticas. El segundo subgrupo tenía que escribir sólo sobre los hechos. Es decir, escribir sólo lo que había ocurrido en esa experiencia traumática. El tercer subgrupo escribiría sobre el hecho más traumático de su vida relacionándolo con las emociones que este hecho les había producido.
Todos los participantes de los subgrupos debían escribir durante 15 minutos cada día dejándose llevar y conectando con las emociones y pensamientos a los que les llevara el recuerdo del hecho traumático. Cabe señalar que todos los participantes fueron sometidos a un chequeo antes de empezar el experimento.
Durante el estudio se logró observar que cada uno de los participantes que escribían sobre un hecho traumático relacionándolo con las emociones producidas por ese hecho lloraban mientras escribían, es decir había una asociación.
A su vez, algunos de los participantes del segundo grupo revelaron que habían escrito sobre sucesos traumáticos que nunca habían contado a nadie, hubo una introspección profunda.
Por último, los participantes que escribieron sobre hechos triviales o los que lo hicieron sobre emociones o sobre hechos traumáticos reflejaron sentimientos más positivos. Es decir, aquellos que no relacionaron hechos y emociones manifestaron sentimientos más positivos.
Cuatro meses más tarde, los voluntarios que participaron en el estudio afirmaron sentirse mejor y que escribir les había ayudado a resolver el dolor del trauma.
Sin embargo, seis meses más tarde pudo comprobarse que el grupo de voluntarios que había escrito relacionando hechos traumáticos con emociones se había mantenido en mejor estado de salud que el resto de los voluntarios de los otros grupos.
Fue muy interesante, pues se documenta que en estudios posteriores Pennebaker descubrió que aquellas personas que se enfrentaban a sus traumas mientras escribían, desarrollaban congruencia entre las ondas de actividad de ambos hemisferios cerebrales. Esto favorecía que disminuyeran los latidos del corazón haciendo que estas personas se relajaran. Además, también se constató que se reforzaba el sistema inmune en dichos voluntarios.
Esta teoría fue probada también con el personal de la universidad que atravesaba situaciones emocionales difíciles y que se ausentaba de su puesto de trabajo. Al aplicar la escritura terapéutica, el absentismo laboral se reducía drásticamente. Incluso se observó que se reducía el consumo de alcohol y facilitaba la búsqueda de un nuevo empleo en aquellas personas que lo habían abandonado.
Aunque las investigaciones iniciales estuvieron basadas en la escritura sobre hechos traumáticos se encontraron resultados similares cuando las personas escribían sobre otros temas (relaciones de pareja, adaptación a la universidad, búsqueda de trabajo, etc.).
Estos estudios revelaron que la escritura es beneficiosa porque la persona explora sus emociones y pensamientos sin importar su contenido.
Con estos ejemplos y hechos comprobados científicamente, lo que deseo es motivarte a practicar algo diferente, a tomar papel y lápiz y dejarte fluir y escribir lo que piensas y sientes, así lograrás aprovechar la oportunidad que la escritura nos ofrece, y es el poder mirar al dolor, reconocerlo y entenderlo, en lugar de apartarlo u olvidarlo.
Así, logramos liberar esas emociones que, de no ser liberadas, pueden “encapsularse” en nuestro interior dando lugar a problemas de salud, ya que nuestro organismo biológicamente sufre cambios químicos y se desequilibra nuestra energía ocasionando todo aquello que somatizamos.
Como dijo el psiquiatra Luis Rojas Marcos: “Al poner sobre papel la experiencia vivida se puede disminuir su intensidad y transformarla en recuerdos más manejables bajo el control de la memoria verbal”.
Cinco ejercicios prácticos para iniciar tu hábito de escribir diariamente
Ya conoces algunos beneficios (ver artículo anterior para conocer más beneficios), ahora sabes la validación científica de la escritura terapéutica, te invito a ponerla en práctica a través de varios ejercicios que tengo preparados para ti.
Vamos a iniciar un hábito nuevo… escribir diariamente. Recuerda que todo inicia con un primer paso.
1. Escritura automática
Objetivo: Aportar claridad mental.
La escritura automática nos permite terminar con el caos, ya sea por un problema al que no encontramos solución o para encontrar ideas para un libro, por ejemplo.
Esta práctica consiste simplemente en escribir sin pensar anotando lo primero que te viene a la mente.
La idea de esta práctica es dejar fluir las ideas liberándonos del auto juicio.
Para ello, siéntate y piensa en un problema que quieras resolver. ¿Ya lo tienes? Entonces, coge un lapicero y papel y ponte a escribir. Ojo, es más recomendable escribir a mano.
Ahora escribe sin parar durante un rato, con 20-30 minutos puede ser suficiente. Escribe todo lo que se te ocurra, aunque no tenga nada que ver con el problema en cuestión. Lo importante es dejarse libertad para escribir sin tratar de pensar. Sólo dejarnos llevar por la escritura.
2. El peor escenario posible
Objetivo: Superar algún miedo.
Esta práctica se aplica generalmente cuando nos preocupa una situación que todavía no se ha dado.
Así que, si esta es tu situación, toma boli y papel y deja plasmado sobre el papel el peor escenario posible sobre esa situación que te preocupa. Añádele todo lujo de detalles.
Cuando termines de escribir, no sólo te sentirás más liberado, sino que también verás la situación de otra manera.
De lo primero de lo que posiblemente te des cuenta es de que con este tipo de pensamientos te estás haciendo mucho daño. Y eso sin duda, no ayuda.
Pensar que todo va a salir mal no nos ayuda a hacerlo mejor, sino que, además, disminuye la confianza en nosotros mismos.
Por otro lado, al ver sobre papel esa situación tan catastrófica, te puedes dar cuenta de que posiblemente es improbable que suceda la situación tal y como la has imaginado en tu cabeza o que, de tener lugar, tienes herramientas para resolverlo.
Incluso, puedes darte cuenta de que no es una situación tan grave como te habías planteado en un inicio. Por tanto, aumenta tu autoconfianza o incluso, se te pueden ocurrir soluciones para resolver la situación.
Lo cierto es que el peor escenario sólo está en nuestra mente y nosotros mismos lo hemos creado. Por tanto, está en nuestra mano cambiar la situación y en general, casi siempre tenemos las herramientas suficientes para poder afrontarlo.
3. Carta a la persona con la que tienes un conflicto
Objetivo: Liberar la rabia.
Esta práctica nos ayuda a conseguir claridad y, sobre todo, nos permite liberar nuestras emociones ante un conflicto. Y es que podemos tener un conflicto sin resolver con alguna persona y este conflicto nos puede impedir avanzar o nos mantiene bloqueados o tristes.
En esta práctica simplemente nos permitimos expresar lo que sentimos. Nos permitimos sentirlo. Esto nos permitirá descubrir qué es lo que hay realmente detrás de esa emoción. Al permitirnos expresar lo que sentimos, podemos perdonarnos y perdonar.
En esta práctica no tratamos de buscar soluciones. Simplemente es un trabajo personal para nosotros mismos. Si quieres, puedes romper la carta, quemarla o guardarla.
En esta carta puedes expresar a esa persona con la que tienes un conflicto todo lo que sientes y piensas. Sin tapujos. Expresa lo que sientes. Incluso, puedes insultarla o puedes reprocharle a esa persona lo que quieras si lo necesitas.
Puedes empezar la carta de la siguiente manera:
- Cuenta por qué te sientes así (enfadado, triste…). Deja salir todas las emociones que surjan. Permítete soltar. Tómate el tiempo que necesites. No hay prisa.
- Expresa qué es lo que te causa la emoción (ira, rabia, tristeza). Escribe lo que te hace sentir mal. Recuerda, no se trata de culpar a nadie. Sólo de expresar qué te está causando malestar.
- En esta ocasión expresa los miedos relativos a esta situación.
- Ahora se trata de tomar responsabilidad. Aquí tampoco tratamos de hacernos culpables de nada. Sólo de aceptar que nosotros también hemos contribuido a esta situación. Tal vez hemos dado una mala contestación o hemos dicho algo inadecuado. También pudiera ser que podríamos haber hecho las cosas de manera diferente. Expresa sobre el papel todo lo que se te ocurra.
- Esta última parte se dedica al amor. Expresa ahora lo que te gusta de esa persona. Aquello por lo que estás agradecida. Incluye las situaciones felices. (Si es que aplica, por supuesto).
Si llegas al final de estos 5 pasos, no sólo te habrás permitido liberar emociones o sentimientos que tal vez ni siquiera sabías que tenías dentro, sino que también transformarás las emociones iniciales más desagradables en otras más positivas. Incluso, es posible que, al terminar, veas la situación con otros ojos.
4. Tu vida ideal
Objetivo: Nos permite conectar con nuestro propósito, metas, visión y misión.
En esta ocasión vamos a dejarnos llevar por la imaginación. Toma boli y papel y describe con todo lujo de detalles tu nueva vida ideal en 10 años. En tu vida ideal has cumplido todos tus sueños. En tu vida ideal no hay nada imposible. No te pongas límites. Recuerda, todo es posible.
Mientras escribes con todo lujo de detalles cómo es tu vida ideal, describe cómo te sientes con todos tus sueños cumplidos. Es muy importante conectar con las emociones. Eso hace esta práctica muy poderosa.
También puedes incluir quién te acompaña en tu vida ideal. Pueden ser personas que ya están en tu vida o personas que todavía no conoces. Deja volar la imaginación y plásmalo todo sobre el papel.
Escribir esta carta en presente es mucho más poderoso. La mente no distingue entre ficción y realidad, por lo que, al escribir en presente, nos sentimos como si lo estuviéramos viviendo en este mismo momento.
Si escribimos de manera reiterada sobre esa situación ideal que queremos alcanzar, la mente termina creyendo que es posible y, por tanto, una realidad.
El propósito de esta carta es modelar la mente para aceptar y permitir que las cosas buenas lleguen a nuestra vida. Esto nos permite dejar de lado la negatividad y la queja y nos abre a ver que hay un mundo de posibilidades.
5. Carta a tu niño interior
Objetivo: Es desahogarse, perdonar o perdonarte. También ayuda a potenciar nuestra autoestima.
Esta práctica es muy poderosa, aunque también puede sacar a la luz heridas o situaciones dolorosas del pasado y que, por tanto, necesitan ser sanadas. Pueden surgir emociones como la culpa, pero también nos permite perdonar.
Existen dos variaciones:
- Escribir una carta al niño que fuiste. En este caso, imagina el niño que fuiste. Recuerda qué te gustaba de ese niño. Qué cosas te ponían triste. De qué te arrepientes… Puede ayudarte poner delante la foto de cuando eras pequeño.
Escribe a tu niño interior y dile todo lo que sientes. Recuerda, que cuanto más detalle, mejor. Puedes incluir fechas, nombres…
Permítete expresar con todo lujo de detalles todo lo que sientes. Y lo más importante, muestra a tu niño todo tu cariño y tu amor. Pídele perdón. Dile que estás orgulloso de él. Tal vez no lo oyó de pequeño. - Escribir una carta a tu yo adulto desde el niño que fuiste. Ahora vas a escribir como si fueras ese niño del pasado. Escribe cómo te sentías. Cuáles eran tus sueños y deseos. Escribe tus miedos, tus gustos… Qué te gustaba hacer… El niño también puede darle consejos a tu yo adulto. También es muy importante que te recuerde qué era importante para ti.
Como ves, es un ejercicio muy poderoso y sanador. Tener una relación sana con nuestro niño interior es vital para poder tener una vida feliz y plena de adultos.
Recuerda que ahora eres adulto. Ya no eres ese niño indefenso. Ahora puedes cuidar de tu niño interior.
La escritura terapéutica es una técnica muy sanadora y poderosa. Por eso, forma parte los ejercicios que realizarás con mi libro Co Creando Mi Destino y en mis cursos como por ejemplo Autoestima con PNL-El Arte de Enamorarse de Uno mismo. Es más, lo ideal al comenzar tu lectura del libro así como el curso es comprarte un bonito cuaderno exclusivo para tu camino de transformación personal. Así lo han hecho algunas alumnas y han vuelto a revisar el cuaderno para darse cuenta de todo lo que han avanzado gracias al proceso terapéutico de la escritura.
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Ahora te toca a ti. ¿Conocías el poder de las palabras escritas? Como siempre, me encantará leerte.